ESTATUTS DE L’ESGLÉSIA EVANGÈLICA BAPTISTA DE MANRESA

Art. 7.- BASE DOCTRINAL

Esta Iglesia, como consecuencia de su carácter confesional, fundamenta su actuación en los principios proclamados en las Grandes Confesiones de Fe de la Historia del Cristianismo, tales como el Credo Niceno y el Credo Apostólico. La Confesión Bautista de Fe de 1689, también llamada “Confesión de Londres”, así como la Confesión de Fe de Westminster, contiene una expresión más detallada de nuestras creencias e inspiran la Confesión de Fe de esta Iglesia. A continuación detallamos la Base Doctrinal, la cual debe ser aceptada por todos los miembros e inspirar sus acciones. Afirmamos, por consiguiente, las doctrinas que consideramos esenciales para comprender la fe y que deben expresarse en amor, en el servicio cristiano práctico y en la proclamación del Evangelio:

A. LAS SAGRADAS ESCRITURAS La Santa Biblia, compuesta por los 66 libros del Antiguo y el Nuevo Testamento, en sus documentos originales, están inspirados divinamente en su totalidad sin error y son la única autoridad infalible para esta Iglesia local, tanto en fe como en práctica, fue escrita por hombres divinamente inspirados. Que tiene a Dios por autor, por objeto la salvación y por contenido la verdad, que revela los principios según los cuales Dios nos ha de juzgar, siendo por tanto, norma suprema a la cual se debe sujetar todo juicio de conducta y creencia, así mismo revelando la voluntad de Dios para el hombre y es nuestra regla de fe y práctica. (2 Timoteo 3:16-17; 1 Pedro 1:23-25; Hebreos 4:12, Romanos 15:4).

B. EL DIOS VERDADERO Creemos que las Escrituras enseñan que hay un solo Dios verdadero y vivo, personal, eterno, perfecto en Justicia, infinito en poder, creador supremo del cielo y la tierra, indeciblemente glorioso en santidad, merecedor de toda la honra, que en la unidad de la divinidad existen tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, los cuales son iguales en sustancia, atributos divinos, poder y gloria, desempeñando oficios distintos, pero que armonizan en la gran obra de la redención. (Génesis 1:1; Mateo 28:19; 1 Timoteo 1:17; 2 Tesalonicenses 2:13; Juan 10:30).

C. CRISTO Creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios manifestado en carne, en Él concurren dos naturalezas: La Divina con todos sus atributos y la humana, en absoluta perfección, constituyendo una sola persona indivisible. Creemos en su nacimiento virginal, en su vida perfecta y sin pecado, en sus milagros, en su muerte vicaria y expiatoria para perdón y redención de nuestros pecados, en su resurrección corporal, ascensión, su obra de mediación y en su segunda venida personal en poder y gloria. (1 Timoteo 2:5-6; 1ª Juan 4:2; Colosenses 2:9; Mateo 1:20-23; 2ª Corintios 5:21; Lucas 6:19; Romanos 5:8; Juan 2:22; Hechos 1:9-11).

D. EL ESPÍRITU SANTO Creemos que la persona divina del Espíritu Santo, es poseedora de todos los atributos de Dios, de personalidad y deidad. Al igual con el Padre y con el Hijo, son los tres de una misma naturaleza. Creemos que el Espíritu Santo regenera al pecador y santifica al creyente, en el cual mora de forma permanente desde el momento de su conversión, a quien sella como prenda y garantía de su salvación eterna, ayudándole a apartarse del pecado, capacitándole para la vida cristiana y santificándole para la gloria de Dios, obediencia de su palabra, santidad en actitud, pensamiento, palabra y conducta, siendo esto fruto visible de su acción. (Romanos 8:11-14; Gálatas 5:22-25; Efesios 1:13-14; Tito 3:4-5). Asimismo el Espíritu Santo enriquece a la iglesia con dones espirituales, dándole unidad y la guía en el cumplimiento de la gran comisión encomendada por Cristo nuestro Señor.

E. LA CAÍDA DEL HOMBRE Creemos que las Escrituras enseñan que el hombre fue creado en santidad, pero que por la transgresión voluntaria, cayó de aquel estado santo y feliz, por cuya causa todo hombre es ahora pecador y por consiguiente su naturaleza es pecaminosa, estando desprovisto de la santidad que requiere la Ley de Dios, inclinándose en conductas de tendencias innatas pecaminosas; como consecuencia está destituido de la gloria de Dios, por lo tanto, bajo justa condenación, acarreando la ira de Dios y la condenación eterna. (Romanos 3:10-23; 5:12; Efesios 4:18).

F. LA SALVACIÓN Creemos que las Escrituras enseñan, que la salvación de los pecadores es únicamente por Gracia, mediante la obra perfecta y total del Hijo de Dios nuestro Señor Jesucristo, quien cumpliendo la voluntad del Padre, se hizo hombre exento de pecado, honró la Ley divina con su obediencia y con su muerte dio plena satisfacción para redención por nuestros pecados, resucitado después de entre los muertos y desde entonces entronizado en los cielos. Teniendo así las cualidades que requiere un Salvador idóneo, compasivo y omnipotente. (Gálatas 1:4).

G. JUSTIFICACIÓN Creemos que las Escrituras enseñan que la justificación es el gran bien que asegura Cristo a los que en Él tengan fe, que la misma incluye el perdón de los pecados y el don de la vida eterna, de acuerdo con la justicia que da solo mediante la fe en Él y no por ninguna obra de justicia que hagamos; sino dada por Dios gratuitamente mediante la fe, la justicia perfecta de Cristo, que nos introduce a un estado altamente bienaventurado de paz y favor con Dios ahora y para siempre, hace nuestros todos los demás bienes que hubiéramos de menester. (Efesios 2:8)

H. LA REGENERACIÓN Creemos que las Escrituras enseñan que para ser salvo, hay que ser regenerado, es decir, nacer de nuevo, este nacimiento consiste en comunicar al alma el carácter santo. Que el poder del Espíritu Santo en unión de la verdad divina efectúa la regeneración de una manera que no está al alcance de nuestra inteligencia, consiguiendo así que voluntariamente obedezcamos al evangelio y se vea la evidencia real en los frutos de arrepentimiento, fe y novedad de vida. (Efesios 2:1-9; Juan 3:1-6).

I. EL ARREPENTIMIENTO Y LA FE Creemos que las Escrituras enseñan que son deberes sagrados el arrepentimiento y la fe, operados por el Espíritu Santo regenerador Divino. Estando convencidos de nuestra culpa, nos volvemos hacia Dios sinceramente contritos, confesándonos a Él, implorando su misericordia, reconociendo a la vez a Jesucristo como Señor y Rey nuestro, en quien exclusivamente confiamos en calidad de Salvador único y omnipotente.

J. EL PROPÓSITO DE LA GRACIA DIVINA Creemos que las Escrituras enseñan que la elección es aquel propósito eterno de Dios, según el cual regenera, santifica y salva a los pecadores, que por ser este propósito perfectamente consecuente con la responsabilidad humana, abarca todos los medios juntos con el fin.

K. LA SANTIFICACIÓN Creemos que las Sagradas Escrituras enseñan que la santificación es aquel proceso mediante el cual se nos hace partícipes de la santidad de Dios según su voluntad, que es una obra progresiva que comienza con la regeneración y la desarrolla la presencia y el poder del Espíritu Santo, por medio de la obediencia a la Palabra de Dios.

L. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS Creemos que las Sagradas Escrituras enseñan que los verdaderos regenerados, nacidos del Espíritu no apostatarán para perecer irremediablemente, sino que permanecerán hasta el fin, en su unión con Cristo, y que son custodiados por el poder de Dios para la salvación mediante la fe. Esta es la señal que los distingue de los que superficialmente hacen profesión de fe.

M. LA IGLESIA

1. Su Naturaleza Creemos que todos los redimidos constituyen la Iglesia Universal y son miembros del Cuerpo cuya Cabeza es Cristo, comprometidos por el mandamiento en la proclamación del evangelio en todo el mundo, y la comunión de los creyentes que viven una nueva vida para el servicio a Cristo, bajo la norma eterna de las Sagradas Escrituras. Esta Iglesia como congregación local, es una entidad conformada por creyentes en Cristo bautizados bajo las enseñanzas del Nuevo Testamento, dependientes de Dios y de Su Palabra, todos están unidos bajo la dirección sagrada del Espíritu Santo, con el propósito de rendir culto de adoración a Dios, oración, edificación mutua de sus miembros en la fe, practicar las ordenanzas y difundir el Evangelio.

2. Las Ordenanzas Creemos que el Señor Jesucristo dejó establecidas dos ordenanzas para ser obedecidas y cumplidas por los creyentes: El Bautismo y la Mesa del Señor.

2.1. El Bautismo: símbolo de nuestra muerte al pecado y resurrección a nueva vida en Cristo, se efectúa a través de la inmersión en agua, en el Nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo (Juan 3:22; Mateo 28:19). El bautismo es requisito previo para participar de algunos privilegios en relación con la iglesia, uno de ellos es la Mesa del Señor.

2.2. La Mesa del Señor: fue instituida por Jesús para conmemorar su muerte y debe celebrarse en ambas especies (el Pan y el Vino) que simbolizan el Cuerpo y la Sangre del Señor, respectivamente. (1ª Corintios 11:23-34).

N. LA VIDA FUTURA Creemos que las almas de las personas que han sido regeneradas en Cristo para su Salvación, al morir pasan inmediatamente a la presencia del Señor, donde permanecen en estado de consciente bienaventuranza hasta la resurrección del cuerpo en la segunda venida de Jesucristo, cuando el alma, reunida al cuerpo ya glorificado por el mismo poder que resucitó a Jesucristo de entre los muertos, estará para siempre con el Señor. Las almas que rechazan el evangelio, quedan después de la muerte en miseria y perdición hasta el juicio final, cuando el alma y el cuerpo resucitado serán destinados a la condenación eterna.

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